La Batalla del Puente de Calderón, librada el 17 de enero de 1811, representa un momento decisivo en la primera etapa de la guerra de Independencia de México. Enfrentó a las fuerzas insurgentes encabezadas por Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y Juan Aldama —que reunían un enorme pero desorganizado ejército popular— contra el ejército realista comandado por Félix María Calleja. Aunque los insurgentes superaban ampliamente en número a los realistas, su falta de disciplina militar y una serie de errores estratégicos resultaron fatales. La derrota en Calderón marcó el fin del movimiento insurreccional iniciado en Dolores apenas cuatro meses antes.

Contexto histórico y antecedentes
La Batalla del Puente de Calderón, librada el 17 de enero de 1811, marcó un punto de inflexión en la primera etapa del movimiento insurgente mexicano. Para comprender la magnitud y consecuencias de esta batalla, es esencial repasar el contexto en el que se desarrolló.
La Guerra de Independencia de México comenzó el 16 de septiembre de 1810, cuando el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla, junto al capitán Ignacio Allende, convocaron al pueblo a levantarse en armas contra el dominio virreinal español con el célebre Grito de Dolores. El movimiento cobró fuerza rápidamente en el Bajío, una región con fuerte actividad económica pero con profundas desigualdades sociales.
Los insurgentes, motivados por causas diversas —desde el resentimiento contra los privilegios de los peninsulares hasta un incipiente deseo de autonomía política—, comenzaron a avanzar por el centro del país. En poco tiempo, tomaron ciudades clave como Guanajuato, donde ocurrió la sangrienta toma de la Alhóndiga de Granaditas, y Valladolid. En Celaya, Hidalgo fue proclamado Capitán General del Ejército Insurgente y Allende, Teniente General. La bandera del movimiento se identificó con la imagen de la Virgen de Guadalupe, lo que confería un carácter profundamente religioso y popular a la insurgencia.
La primera gran prueba del ejército insurgente fue la Batalla del Monte de las Cruces, en octubre de 1810, donde derrotaron a las fuerzas realistas a las puertas de la Ciudad de México. Sin embargo, en un giro inesperado, Hidalgo decidió no ocupar la capital y ordenó la retirada, posiblemente temeroso del caos que una entrada desordenada de sus tropas podría provocar. Esta decisión debilitó el impulso inicial del movimiento.
En el repliegue, los insurgentes fueron derrotados por el ejército realista comandado por Félix María Calleja en la Batalla de Aculco. A pesar de este revés, el ejército rebelde logró reorganizarse en Valladolid y posteriormente en Guadalajara, ciudad que se convirtió en el nuevo centro del movimiento. Allí, Hidalgo promulgó reformas de alto impacto simbólico y social, como la abolición de la esclavitud y de los tributos indígenas, y fundó el periódico El Despertador Americano, el primer medio de comunicación insurgente.
La amenaza de Calleja, que marchaba desde el Bajío hacia Guadalajara, impulsó a los insurgentes a preparar la defensa en las inmediaciones del Puente de Calderón, en el actual estado de Jalisco. La decisión fue estratégica: allí convergían rutas clave, y un enfrentamiento permitiría a los insurgentes intentar detener el avance realista antes de que pudieran consolidar su control en el occidente del virreinato.
Las fuerzas enfrentadas y su preparación antes de la batalla
El escenario de la Batalla del Puente de Calderón enfrentó a dos ejércitos desiguales en muchos aspectos: el ejército insurgente, numeroso pero mal entrenado, y el ejército realista, reducido pero profesionalizado. Esta disparidad fue clave en el desarrollo y resultado del enfrentamiento.
El ejército insurgente
Bajo el mando de Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo, el ejército insurgente había crecido rápidamente desde septiembre de 1810, atrayendo a miles de campesinos, artesanos, criollos y mestizos. Para enero de 1811, la fuerza reunida en las cercanías del Puente de Calderón se estimaba entre 80,000 y 100,000 hombres, lo que lo convierte en el ejército más numeroso reunido hasta entonces en la historia del territorio novohispano.
Sin embargo, esta ventaja numérica escondía profundas debilidades estructurales:
- Solo entre 3,000 y 4,000 soldados contaban con algún tipo de adiestramiento militar formal o portaban armas de fuego.
- El resto del contingente estaba compuesto por voluntarios mal armados, que portaban desde machetes y garrotes hasta hondas, lanzas improvisadas y herramientas de trabajo convertidas en armas.
- La artillería insurgente, aunque numerosa (se estima que contaban con entre 67 y 95 cañones), estaba en su mayoría mal montada y peor dirigida.
- La organización del campamento y la jerarquía militar era deficiente. Aunque Allende intentaba mantener la disciplina y la estructura táctica, la autoridad de Hidalgo, más carismática y política que técnica, solía imponerse en las decisiones clave.
Antes de la batalla, se había producido un debate interno: Allende propuso utilizar únicamente a las tropas mejor entrenadas para enfrentar a los realistas, con el fin de evitar el caos entre la masa mal equipada. Hidalgo, en cambio, confiaba en la superioridad numérica y se impuso en la decisión. Esto evidenció un choque de visiones entre los líderes insurgentes que ya venía gestándose desde el retroceso tras el Monte de las Cruces.
El ejército realista
El ejército del virreinato estaba comandado por el teniente general Félix María Calleja del Rey, veterano militar español con experiencia en campañas militares internas. Le acompañaba Manuel de Flón, conde de la Cadena, quien había sido nombrado intendente de Puebla y tenía una participación destacada en la logística y la estrategia.
Las fuerzas realistas eran significativamente menores en número, con una estimación que varía entre 5,000 y 7,500 soldados. A diferencia de sus adversarios, estos combatientes:
- Estaban bien entrenados, con experiencia en combate y sometidos a una estricta disciplina militar.
- Disponían de una dotación uniforme de fusiles, bayonetas y artillería ligera efectiva.
- Contaban con una organización táctica sólida, basada en formación europea, y con oficiales de carrera al frente de cada unidad.
- Su moral era alta, especialmente tras la victoria en Aculco.
Además, Calleja tuvo la ventaja de reconocer el terreno antes de la batalla: sus tropas llegaron al lugar el 16 de enero, y acamparon relativamente cerca del campamento insurgente. Esta cercanía —permitida por los insurgentes— le permitió analizar las posiciones enemigas con detalle, gracias a su capacidad de observación y a la información aportada por desertores o espías.
Uno de los datos clave obtenidos por Calleja fue que los cañones insurgentes estaban mal emplazados y vulnerables. Esta información condicionó la táctica del ataque realista que desplegaría al día siguiente.
Desarrollo de la batalla
La Batalla del Puente de Calderón se libró el 17 de enero de 1811 en una llanura árida, próxima al puente que da nombre al combate, sobre el río Calderón. La jornada comenzó temprano y se prolongó por varias horas, en un combate intenso, sangriento y marcado por la improvisación táctica insurgente y la disciplina estratégica del ejército realista.
Disposición inicial de los insurgentes
Los insurgentes, liderados por Allende, prepararon una posición defensiva con cierta lógica militar, aunque con debilidades estructurales graves. Su plan se basó en el uso masivo de artillería:
- Se colocaron 67 cañones en el centro del campamento, distribuidos de forma continua para cubrir la línea frontal.
- Infantería detrás de los cañones, con el fin de protegerlos y reforzar el fuego.
- A los flancos se situó la caballería, con la misión de envolver o repeler ataques laterales.
- La retaguardia quedó bajo el mando directo de Hidalgo, quien dirigía una reserva mal organizada y en su mayoría compuesta por tropas sin formación.
Pese al esfuerzo de Allende por dar estructura al campamento, muchos cronistas e historiadores señalan que la posición estaba mal defendida en profundidad, sin planes de repliegue ni coordinación efectiva entre las secciones del ejército.
Avance realista
Calleja, conocedor de las debilidades del enemigo, dividió sus fuerzas en tres columnas de ataque, diseñadas para hostigar y desorganizar el centro artillero insurgente. Además, dejó una reserva estratégica para intervenir en el momento oportuno.
Antes del combate, se produjo un incidente que casi precipita la batalla: el hijo de Allende, que se hallaba en primera línea, perdió el control de su caballo, lo que provocó disparos aislados que obligaron a comenzar las hostilidades antes de lo previsto.
La batalla comenzó con una carga frontal de las fuerzas dirigidas por Manuel de Flón, enfrentándose directamente con el centro insurgente. El fuego de artillería fue intenso por ambos lados. Durante las primeras cuatro horas, los insurgentes lograron contener el avance realista e incluso dar la impresión de que podían alzarse con la victoria, gracias al peso numérico y a la potencia inicial de su artillería.
El punto de quiebre: la explosión
La situación cambió drásticamente hacia el mediodía, cuando una granada realista alcanzó un carro de municiones insurgente situado cerca del centro del campamento. La explosión fue devastadora:
- Provocó un incendio masivo, alimentado por el pasto seco del entorno.
- Causó pánico entre los insurgentes, muchos de los cuales pensaron que se trataba de un ataque sorpresivo mayor.
- Desorganizó las líneas defensivas del centro y expuso flancos que antes estaban protegidos.
La columna de humo, el calor del fuego y el ruido ensordecedor contribuyeron a la confusión. Sin capacidad de reacción coordinada, grandes grupos de insurgentes comenzaron a huir en desorden hacia Guadalajara, rompiendo filas sin recibir órdenes.
El contraataque y la derrota insurgente
Calleja, al percibir la desbandada, ordenó el avance general y lanzó su reserva al combate, empujando al centro insurgente ya debilitado. Allende, Abasolo y Aldama intentaron frenar la retirada, mientras Hidalgo buscaba reorganizar a los rezagados, pero la situación era ya irrecuperable.
En pocas horas, el campo insurgente fue tomado por las tropas realistas. Muchos insurgentes fueron masacrados durante la retirada o capturados. El ejército de Hidalgo, que había comenzado como una marea popular incontenible, se disolvió en el caos, marcando un punto de inflexión en la Guerra de Independencia.
Consecuencias inmediatas de la Batalla del Puente de Calderón
La derrota insurgente en la Batalla del Puente de Calderón, ocurrida el 17 de enero de 1811, fue un golpe devastador para el movimiento independentista mexicano. Tras seis horas de combate, el ejército rebelde quedó completamente desorganizado: sufrió una gran cantidad de bajas y perdió tanto sus armas como sus provisiones. La figura de Hidalgo, hasta entonces líder indiscutido, comenzó a erosionarse. Allende dejó de reconocer su mando militar, aunque Hidalgo continuó siendo el símbolo del movimiento. Los restos del ejército insurgente se dispersaron hacia el norte, en condición de fugitivos, mientras los realistas retomaban rápidamente el control de regiones clave como Jalisco. El triunfo otorgó prestigio y recompensas a los mandos realistas, consolidando su posición para continuar la lucha con mayor fuerza. La batalla marcó el fin de la primera fase insurgente: el ejército popular fue aniquilado, y la estrategia independentista tuvo que ser repensada desde sus cimientos.
Destino de los líderes insurgentes
Tras la debacle militar, los principales jefes insurgentes huyeron hacia el norte, con la esperanza de reorganizar el movimiento. Sin embargo, fueron traicionados en su ruta y capturados. Posteriormente, fueron trasladados a Chihuahua, donde se les sometió a juicios sumarios. Varios de ellos, como Allende, Aldama y Jiménez, fueron ejecutados y decapitados. Hidalgo corrió la misma suerte poco después. Sólo Abasolo logró escapar de la pena capital, siendo condenado a prisión perpetua en España, donde murió años más tarde. Así concluyó trágicamente la vida de los principales líderes del primer levantamiento independentista, y con ellos se cerró un ciclo breve pero determinante en la lucha por la emancipación.
Uso simbólico de los restos
El régimen virreinal convirtió los restos de los caudillos insurgentes en herramientas de escarmiento. Las cabezas de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron enviadas a Guanajuato y colocadas en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, donde permanecieron durante años. Esta exposición pública pretendía enviar un mensaje claro a la población: cualquier intento de rebelión sería castigado con severidad. El uso de los cuerpos como advertencia visual se convirtió en un símbolo de la brutalidad represiva que caracterizó al virreinato en esta etapa del conflicto.
Interpretaciones historiográficas
La Batalla del Puente de Calderón ha sido objeto de múltiples lecturas a lo largo del tiempo. Durante el siglo XIX, tanto historiadores conservadores como liberales coincidieron en señalar la desorganización y la falta de disciplina del ejército insurgente como factores clave de la derrota. Las crónicas de la época retrataban a los realistas como un cuerpo profesional frente a un movimiento popular improvisado. En el siglo XX, la visión nacionalista postrevolucionaria reivindicó el heroísmo de Hidalgo, aunque sin ocultar el desastre militar en Calderón. Más recientemente, los estudios históricos han adoptado una mirada crítica y técnica, centrada en aspectos logísticos, estratégicos y sociales. Se ha dejado de lado la narrativa heroica para enfocarse en el análisis de las condiciones reales del enfrentamiento. Hoy se entiende que esta batalla fue un punto de inflexión: tras ella, la insurgencia dejó de ser un levantamiento espontáneo y pasó a convertirse en una guerra prolongada, que adoptaría nuevas formas bajo el liderazgo posterior de figuras como José María Morelos.
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Preguntas frecuentes
¿Qué pasó en la batalla del puente de Calderón?
El 17 de enero de 1811, se libró la batalla del Puente de Calderón entre las fuerzas insurgentes lideradas por Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y otros caudillos, y el ejército realista comandado por el brigadier Félix María Calleja. A pesar de que los insurgentes superaban ampliamente en número a los realistas, estos últimos estaban mejor organizados y equipados. Un disparo accidental provocó la explosión del parque de artillería insurgente, causando caos y desmoralización, lo que permitió a los realistas obtener la victoria y dispersar al ejército insurgente.
¿Qué sucedió con Ignacio Allende después de la batalla del Puente de Calderón?
Tras la derrota, Allende asumió el liderazgo del movimiento insurgente en sustitución de Miguel Hidalgo, cuya figura había quedado debilitada. Sin embargo, mientras se dirigía hacia el norte en busca de apoyo, fue traicionado junto con otros jefes insurgentes en las Norias de Baján. Capturado por los realistas, Allende fue finalmente fusilado en Chihuahua en junio de 1811.
¿Cuál es la leyenda del Puente de Calderón?
Una de las leyendas más conocidas sobre el Puente de Calderón afirma que, en medio del combate, apareció una figura misteriosa vestida de negro que prendió fuego al parque de artillería insurgente, provocando una explosión devastadora. Aunque esta historia carece de sustento histórico, ha perdurado en la tradición popular como símbolo del momento crítico que definió la derrota insurgente.
¿Qué ocurrió el 17 de enero de 1811?
Ese día se libró la batalla del Puente de Calderón, uno de los enfrentamientos más decisivos de la primera etapa de la Guerra de Independencia de México. A pesar de la superioridad numérica de los insurgentes, el ejército realista logró una victoria decisiva que marcó el declive del movimiento encabezado por Miguel Hidalgo. La derrota tuvo consecuencias severas para los líderes insurgentes y obligó al movimiento a reorganizarse bajo nuevas condiciones.
Fuentes utilizadas
- Memoria Política de México. Información histórica sobre la Batalla del Puente de Calderón y el desarrollo de la insurgencia durante 1811.
www.memoriapoliticademexico.org - Gobierno de México. Documentos históricos y análisis sobre Miguel Hidalgo, la batalla y la evolución del movimiento independentista.
www.gob.mx - Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM). Relatos y fuentes primarias sobre la captura, juicio y ejecución de los líderes insurgentes.
www.inehrm.gob.mx - Revista Archivo Hispalense (Universidad de Sevilla). Estudios historiográficos sobre la independencia de México, especialmente la obra de José A. Cañal y otros análisis sobre la Batalla del Puente de Calderón desde una perspectiva crítica y moderna.
revistascientificas.us.es - UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). Publicaciones académicas recientes sobre la Guerra de Independencia y análisis militares de la primera etapa insurgente.