atlantes de tula

La cultura tolteca fue una de las civilizaciones más destacadas del México prehispánico y ejerció una profunda influencia sobre los pueblos que la sucedieron, especialmente los mexicas o aztecas. Su legado combina mitología, arte y poder militar, reflejando una sociedad que logró extender su influencia más allá del centro de México, alcanzando incluso regiones tan distantes como la península de Yucatán. La capital tolteca, Tollan-Xicocotitlan —actual Tula, en el estado de Hidalgo—, fue el corazón político, religioso y cultural de un pueblo que dejó huellas indelebles en la historia mesoamericana.

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¿Qué fue la cultura Tolteca?

La cultura tolteca fue una civilización mesoamericana que se desarrolló entre aproximadamente el año 650 y el 1150 d. C., con su máximo esplendor durante el periodo Posclásico temprano. Su centro principal fue la ciudad de Tula, desde donde los toltecas establecieron un Estado poderoso y de carácter militarista que llegó a dominar gran parte del altiplano central.

El término tolteca proviene del náhuatl tōltēcatl, que significa “habitante de Tollan” o “morador de Tula”, aunque también se asoció con el significado de “artesano” o “maestro”, debido a la habilidad artística y constructiva de este pueblo. De hecho, los aztecas veneraban a los toltecas como los grandes sabios y civilizadores del pasado.

Los toltecas fueron notables arquitectos y escultores, creadores de los famosos “atlantes” de Tula: monumentales figuras de piedra que representaban guerreros y simbolizaban el poder militar y espiritual de su civilización. Además, desarrollaron una intensa actividad comercial y una compleja vida religiosa en torno a deidades como Quetzalcóatl, figura mítica que también influyó en la cosmovisión de los pueblos posteriores.

Con el paso del tiempo, conflictos internos y presiones externas llevaron a la decadencia de Tula hacia mediados del siglo XII, marcando el fin del dominio tolteca, aunque su legado cultural perduró durante siglos en toda Mesoamérica.

Historia de los Toltecas

Los toltecas fueron un pueblo de origen nahua que, según la tradición, inició una larga peregrinación desde un lugar mítico llamado Huehuetlapallan, “la vieja tierra azul”. Bajo el liderazgo de siete señores —Zacatl, Chalcatzin, Ehecatzin, Cohualtzin, Tzihuacoatl, Metzotzin y Tlapalmetzotzin— recorrieron diversos territorios durante más de un siglo hasta establecerse finalmente en el centro de México. Tras un breve asentamiento en Tollantzinco, fundaron su ciudad principal, Tollan-Xicocotitlan (Tula), alrededor del año 667 d. C., con lo que dio inicio su monarquía.

Durante casi cuatro siglos, los toltecas fueron gobernados por una línea de ocho tlatoques o soberanos. Entre ellos destacaron Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, figura que con el tiempo adquirió un carácter mítico y se convirtió en símbolo de sabiduría, orden y espiritualidad. Según las crónicas, su reinado representó una edad de oro caracterizada por la prosperidad, la estabilidad y un profundo desarrollo cultural.

El Estado tolteca alcanzó su máximo esplendor entre los siglos X y XII d. C., consolidando un dominio político y militar que se extendió desde el Valle del Mezquital hasta regiones tan lejanas como Zacatecas al norte y Yucatán al sur. Su influencia fue especialmente notable entre los mayas de Chichén Itzá, donde se observa una fusión arquitectónica entre el estilo Puuc y el diseño tolteca, visible en templos como el Castillo y el Templo de los Guerreros. Esta conexión se reflejó también en la religión: la figura de Quetzalcóatl fue reinterpretada por los mayas como Kukulkán, la serpiente emplumada.

Sin embargo, el poder tolteca comenzó a debilitarse hacia mediados del siglo XII. Diversas hipótesis apuntan a conflictos internos, crisis políticas y sequías prolongadas como causas de su declive. Finalmente, Tula fue saqueada y destruida, dejando tras de sí restos de esculturas y columnas incendiadas que evidencian un colapso violento.

A pesar de su desaparición, la influencia de los toltecas perduró en toda Mesoamérica. Los aztecas, siglos después, los veneraron como el modelo de civilización ideal, símbolo de sabiduría y perfección artística. De hecho, entre los mexicas, el término tolteca llegó a significar “persona culta o sabia”, y la palabra toltequidad se usó para referirse a un ideal de refinamiento y conocimiento superior.

¿Dónde estaban los Toltecas?

Los toltecas fueron originalmente un pueblo nómada procedente del norte de Mesoamérica, identificado por los historiadores como parte de los tolteca-chichimecas, grupos que migraron desde las zonas áridas del noroeste hacia las fértiles tierras del altiplano central. Tras un largo proceso de desplazamiento y asentamientos temporales, se establecieron definitivamente en el Valle del Mezquital, en el actual estado de Hidalgo, hacia mediados del siglo VII d. C.

ubicacion toltecas en mexico
Mapa de la ubicación de los Toltecas, Fuente Wikipedia

Su capital, Tollan-Xicocotitlan —conocida hoy como Tula de Allende— se encontraba estratégicamente situada a unos 70 kilómetros al norte de la actual Ciudad de México. Desde esta posición central, los toltecas pudieron controlar rutas comerciales que conectaban el altiplano con regiones tan distantes como el Golfo de México, el occidente y la península de Yucatán.

El territorio tolteca abarcó gran parte de la meseta central mexicana, comprendiendo zonas de los actuales estados de Hidalgo, Estado de México, Tlaxcala, Morelos, Puebla y parte de la Ciudad de México. En esta región, de clima templado y suelos fértiles, desarrollaron una agricultura eficiente que sostuvo su crecimiento urbano y militar.

A partir de su consolidación en Tula, los toltecas expandieron su influencia política, comercial y cultural sobre numerosos pueblos vecinos. Aunque su dominio directo se concentró en el centro de México, su influencia artística y religiosa se extendió hacia el norte, llegando hasta Zacatecas, y hacia el sur, donde dejaron una huella visible en ciudades mayas como Chichén Itzá, en Yucatán.

El emplazamiento estratégico de Tula y su red de rutas comerciales hicieron posible que la cultura tolteca se convirtiera en un punto de conexión entre las grandes civilizaciones mesoamericanas, marcando el inicio de una nueva etapa caracterizada por la militarización, el intercambio cultural y el esplendor arquitectónico.

Características de los Toltecas

La cultura tolteca destacó por su notable desarrollo artístico, su organización militar y su influencia cultural en gran parte de Mesoamérica. Herederos del legado teotihuacano, los toltecas combinaron el poder político con una profunda espiritualidad, dando origen a una civilización que los aztecas admiraron y consideraron modelo de sabiduría.

Entre sus principales características se encuentran:

Una red comercial amplia y activa

Los toltecas establecieron rutas de intercambio que conectaban el altiplano central con regiones distantes del norte y sur de Mesoamérica. A través de ellas comerciaban productos como obsidiana, cerámica, tejidos, metales y alimentos, llegando incluso a zonas tan lejanas como Zacatecas, la península de Yucatán y Costa Rica. Estos intercambios favorecieron la difusión de su arte y sus creencias religiosas.

El culto a Quetzalcóatl

La religión tolteca tuvo como figura central a Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, símbolo de sabiduría, fertilidad y renovación. Aunque su origen se remonta a culturas anteriores, los toltecas difundieron su culto y lo integraron en su vida política y militar. Las imágenes del dios adornaban templos, columnas y esculturas, reflejando su papel como protector del pueblo.

Un carácter profundamente militarista

El Estado tolteca se sustentó en una élite guerrera que dirigía tanto el gobierno como las campañas de expansión. Los guerreros toltecas portaban armaduras ligeras, escudos, lanzadardos (átlatl) y tocados de plumas que simbolizaban su rango. Su poder militar les permitió someter a pueblos vecinos y consolidar un amplio dominio regional.

Rituales y sacrificios religiosos

La religión tolteca estaba estrechamente vinculada con la guerra y el sacrificio. Los templos y esculturas, como las figuras conocidas como “chac mool”, evidencian rituales de ofrenda a los dioses, posiblemente incluyendo sacrificios humanos, realizados con el fin de mantener el equilibrio cósmico y asegurar la fertilidad de la tierra.

Maestría artística y arquitectónica

Los toltecas fueron grandes constructores y escultores, célebres por sus atlantes de Tula, imponentes figuras de piedra que representan guerreros. También erigieron templos, columnas decoradas con serpientes emplumadas y relieves que muestran escenas de batallas y rituales. Su arte influyó en culturas posteriores, especialmente la mexica.

Influencia en otras regiones mesoamericanas

La huella tolteca se observa especialmente en Chichén Itzá, donde los templos y esculturas muestran una clara fusión de estilos entre el arte maya y el tolteca. Este vínculo sugiere intensas relaciones comerciales y religiosas, e incluso la posible presencia de grupos toltecas en la península de Yucatán durante el siglo X.

Su misterioso declive

Hacia mediados del siglo XII d. C., Tula fue incendiada y abandonada, probablemente como consecuencia de conflictos internos, rebeliones de pueblos sometidos o crisis ambientales. Tributos arqueológicos muestran signos de destrucción deliberada, lo que sugiere una caída violenta del poder tolteca.

Un legado perdurable

Aunque su civilización desapareció hace casi mil años, los toltecas dejaron tras de sí un vasto legado cultural. Objetos, esculturas y reliquias como la “coraza de Tula”, descubierta en 1993, testimonian su refinamiento artístico. En la tradición mexica, ser “tolteca” equivalía a ser sabio, hábil y civilizado, reflejando la profunda admiración que despertó su cultura en los pueblos posteriores.

Religión, tradiciones y símbolos de la cultura tolteca

Religión tolteca

La religión de los toltecas fue profundamente espiritual y politeísta, es decir, creían en varios dioses que representaban las fuerzas naturales y los principios cósmicos del universo. Sus creencias estaban estrechamente ligadas al equilibrio entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, la creación y la destrucción.

Los dos dioses principales fueron:

  • Quetzalcóatl (“Serpiente emplumada”), símbolo de la sabiduría, la luz, la fertilidad y la civilización. Representaba el orden, la ciencia y la espiritualidad.
  • Tezcatlipoca (“Espejo humeante”), dios del poder, la oscuridad, el destino y la guerra, asociado al lado místico y destructivo del cosmos.

Ambas deidades encarnaban fuerzas opuestas pero complementarias. Su dualidad reflejaba el principio central de la cosmovisión tolteca: el equilibrio.

Los toltecas construyeron templos y centros ceremoniales dedicados a sus dioses, siendo uno de los más importantes la Pirámide B de Tula, donde se encuentran las figuras conocidas como los atlantes de Tula, que habrían sostenido el techo de un santuario consagrado a Quetzalcóatl o Tlahuizcalpantecuhtli (“El Señor del Alba”).

Rituales y sacrificios

La vida religiosa tolteca incluía una intensa práctica ritual. Creían que el universo debía mantenerse en equilibrio mediante la ofrenda y la sangre, fuente de energía vital. Por ello realizaban sacrificios humanos y de animales, así como ofrendas de alimentos, piedras preciosas y objetos sagrados.

En muchos templos de Tula se hallaron esculturas conocidas como “chac mool”, figuras humanas reclinadas con un recipiente sobre el vientre, donde se depositaban ofrendas o corazones extraídos durante los sacrificios. Estas ceremonias buscaban asegurar la fertilidad de la tierra, la abundancia de lluvias y la protección divina.

El juego de pelota también tenía un significado religioso. Más que un deporte, era un ritual simbólico que representaba la lucha entre las fuerzas del día y la noche, de la vida y la muerte. Los perdedores o ganadores —según el contexto ceremonial— podían ser sacrificados como ofrenda a los dioses.

Asimismo, los toltecas realizaban observaciones astronómicas y orientaban sus templos de este a oeste, siguiendo el movimiento del Sol y la Luna, lo que revela su profundo conocimiento del cielo y su relación con los ciclos naturales.

Simbología tolteca

La espiritualidad tolteca se fundamentaba en la búsqueda del equilibrio universal, conocido como el toltecáyotl, que significa “el arte de vivir en armonía”. Para los toltecas, la belleza, la sabiduría y la espiritualidad surgían de la capacidad de mantener ese equilibrio entre las fuerzas opuestas del mundo.

Concebían al ser humano dividido en dos mitades:

  • Tonal: el lado derecho, solar, masculino, racional y activo.
  • Nahual: el lado izquierdo, lunar, femenino, intuitivo y espiritual.

La plenitud se alcanzaba cuando ambos aspectos se encontraban en armonía. Este principio se reflejaba en su arte, su arquitectura y sus rituales.

Uno de sus símbolos más importantes era la cruz tolteca, formada por cuatro pétalos y un círculo central, que representaba los cuatro rumbos del universo y el equilibrio espiritual del ser humano. Este símbolo es antecesor de la cruz mesoamericana y expresa la unión entre la sabiduría terrenal y la mecánica celeste.

Otros símbolos destacados fueron:

  • La mariposa, que representaba el alma que, al cumplir su misión terrenal, se eleva hacia el Sol, símbolo del Padre y de la trascendencia espiritual.
  • El laberinto, que simbolizaba la búsqueda interior, el camino hacia la conciencia y la superación de la ignorancia.
  • La serpiente emplumada, emblema del equilibrio entre lo material (serpiente, tierra) y lo espiritual (plumas, cielo), principio central del pensamiento tolteca.

Economía de la cultura Tolteca

La economía de los toltecas se basó principalmente en la agricultura, actividad que permitió sostener a una población numerosa y asegurar el desarrollo de sus ciudades. Cultivaban productos como maíz, frijol, chile, algodón, maguey y amaranto, este último muy importante por su alto valor nutritivo y por el papel que cumplía en rituales religiosos. Para aprovechar mejor las tierras fértiles del altiplano central, los toltecas construyeron complejos sistemas de canales de riego, con los que podían mantener amplias zonas de cultivo durante todo el año.

El comercio también fue una parte fundamental de su economía. Desde su capital, Tollan-Xicocotitlan (Tula), los toltecas establecieron una red de intercambio que conectaba distintas regiones de Mesoamérica. A través de esta red comerciaban cerámica, textiles, obsidiana, jade, cacao, conchas marinas y plumas preciosas, manteniendo relaciones con pueblos del norte de México, el Golfo y, posiblemente, con la península de Yucatán.

Tras la caída de Teotihuacán, organizaron un modelo de desarrollo conocido como el de las “Capitales Regionales”, formado por Tula, Cholula y Tulancingo, además de otros centros que servían como mercados-santuario. Estos lugares funcionaban tanto como puntos de intercambio comercial como espacios religiosos, ya que cada uno contaba con un templo y debía ofrecer tributos en especie, como productos agrícolas o minerales.

La artesanía representó otro pilar económico importante. Los toltecas destacaron en la elaboración de cerámica, esculturas, tejidos y objetos ornamentales, muchos de los cuales se utilizaban como ofrendas o se comerciaban con otros pueblos. Además, los tributos exigidos a las regiones conquistadas y los botines de guerra fortalecían el poder económico y militar del Estado tolteca.

Sin embargo, la prosperidad económica dependía en gran medida de las condiciones climáticas. Las sequías prolongadas y los cambios ambientales afectaron la producción agrícola, lo que provocó escasez y conflictos internos. Sumado a las invasiones de pueblos vecinos, estos factores debilitaron a Tula y condujeron finalmente a su declive hacia el siglo XII d. C..

Aportes culturales de los Toltecas

Los toltecas fueron una de las culturas más influyentes del Posclásico temprano mesoamericano, no solo por su poder militar, sino también por sus grandes aportes en el arte, la arquitectura y la vida cotidiana. Su legado marcó profundamente a civilizaciones posteriores como los mexicas y los mayas.

Arquitectura tolteca

Los toltecas introdujeron importantes innovaciones arquitectónicas en Mesoamérica. Entre ellas destaca el uso de esculturas antropomorfas que sostenían techos con la cabeza, lo que permitió crear espacios interiores más amplios. Un ejemplo sobresaliente de esto se encuentra en el Templo de Tlahuizcalpantecuhtli (“El Señor del Alba”), ubicado en Tula, su capital.

También construyeron columnas en forma de serpiente emplumada, con la cabeza hacia el suelo y la cola hacia arriba, que sostenían los dinteles de las entradas principales. Estas figuras representaban a Quetzalcóatl, una de las deidades más importantes del panteón tolteca.

Tula llegó a albergar unos 30 000 habitantes, distribuidos en un trazado urbano planificado con barrios bien definidos. Los toltecas edificaron diferentes tipos de viviendas: grupos de casas, unidades residenciales y residencias palaciegas, lo que refleja una organización social jerarquizada. Entre sus monumentos más emblemáticos se encuentra la Pirámide B, cuyos famosos atlantes de Tula —figuras de 4,6 metros de altura— habrían sostenido el techo de un templo. Estas esculturas, decoradas con mosaicos, plumas y colores, representaban probablemente a guerreros tolteca-chichimecas o al dios Tlahuizcalpantecuhtli.

Arte tolteca

El arte tolteca está estrechamente vinculado con su arquitectura. Se caracterizó por su realismo simbólico y su carácter religioso, reflejado en esculturas, murales, cerámicas y artesanías que representaban a dioses, guerreros y escenas míticas.

En la cerámica, desarrollaron estilos que se difundieron ampliamente por Mesoamérica. Destaca el estilo Mazapa, reconocido por su color rojo intenso y sus decoraciones lineales, y la cerámica plumbate, originaria del sur de Chiapas y Guatemala, famosa por su aspecto metálico y brillante, logrado mediante una cocción a altas temperaturas y pigmentos minerales. Estas piezas, conocidas también como cerámica plomiza, son consideradas las más cercanas a una verdadera cerámica vidriada en el mundo precolombino.

El arte tolteca representaba la perfección del toltecáyotl, palabra náhuatl que significa “conjunto de saberes y valores artísticos y espirituales”. Según el Códice Matritense, los toltecas eran vistos no solo como una cultura, sino como los artistas y creadores por excelencia de Mesoamérica.

Gastronomía y vida cotidiana

La alimentación de los toltecas se basaba en productos agrícolas resistentes a las condiciones climáticas de la región. Uno de los más importantes fue el amaranto (huautli), considerado incluso más relevante que el maíz en algunos periodos. Este cultivo fue esencial durante las sequías y se convirtió en un alimento básico y ritual.El amaranto se utilizaba no solo para el consumo —en preparaciones similares a las actuales “alegrías” con miel, cacahuate y pasas—, sino también en ceremonias religiosas, en las que se moldeaban figurillas de deidades hechas con amaranto y miel de maguey. Su importancia fue tal que, tras la conquista española, se prohibió su uso ritual, lo que provocó su casi desaparición durante la época colonial.