La Independencia de México – Qué fue y Etapas del conflicto
En un momento de agitación histórica, cuando el imperio español se tambaleaba bajo la presión de guerras, conflictos y tensiones económicas, la tierra que conocemos hoy como México se alzó en busca de su independencia. Un proceso que se extendió a lo largo de once años, la Independencia de México fue el resultado de una serie de eventos y figuras clave que marcaron el destino de esta nación.
Causas de la Independencia de México
Sociedad Estratificada y Desigualdades
En este virreinato, la sociedad estaba profundamente estratificada. Unos pocos poseían la riqueza, mientras la mayoría vivía en la pobreza. Los indígenas sufrían tributos y autoridades ambiguas, generando tensiones entre diferentes grupos étnicos. Surgió el sistema de «castas», que categorizaba a la población según su origen racial y sangre española, reflejando la división y exclusión en la sociedad.
Economía y Crisis del Siglo XVIII
La economía se centraba en la minería, especialmente oro y plata. El siglo XVIII experimentó un auge en la producción de metales preciosos, estimulando el comercio y la agricultura. Sin embargo, las reformas borbónicas al final del siglo afectaron a las élites y permitieron el ascenso de los criollos en la administración.
Influencia de la Ilustración y Eventos Externos
Los criollos ilustrados defendieron la igualdad de derechos y la autonomía. La Revolución Francesa y la independencia de EE. UU., basadas en la Ilustración, inspiraron la lucha por la independencia en América. El apoyo al gobierno francés durante la ocupación de España por Napoleón fortaleció la convicción de la independencia.
Ocupación de España y Juntas de Gobierno
La ocupación de España por Napoleón en 1808 llevó a la formación de Juntas de Gobierno en América. Estas juntas, lideradas por criollos, buscaban mantener la soberanía en nombre de Fernando VII. La crisis política comenzó con el Motín de Aranjuez en España y la división sobre la soberanía.
Crisis Política de 1808
En 1808, el virrey Iturrigaray se ve inmerso en la turbulenta situación desencadenada por la noticia del Motín de Aranjuez y las Abdicaciones de Bayona. Francisco Primo de Verdad, del Ayuntamiento de México, busca establecer una Junta Provisional en nombre de Fernando VII, pero un golpe de Estado contra Iturrigaray reprime la iniciativa.
La élite novohispana se divide ante la incertidumbre de la soberanía territorial. Algunos, liderados por la Real Audiencia, defienden la continuidad subordinada a la Corona española, mientras que el Ayuntamiento de México, representante de los criollos, ve la oportunidad de reformar el régimen virreinal.
En medio de esta crisis, el Ayuntamiento propone la creación de una Junta de Gobierno autónoma, generando un enfrentamiento entre las posturas conservadoras y reformistas. La tensión crece, y el virrey Iturrigaray se distancia de la Audiencia al respaldar la propuesta del Ayuntamiento.
El 13 de agosto de 1808, se realiza la jura a Fernando VII, pero las decisiones del Ayuntamiento son rechazadas por intendentes y la Audiencia de Guadalajara. La disputa culmina con un edicto de la Inquisición declarando «heréticas y sediciosas» las propuestas que desafían la autoridad divina de los reyes.
El virrey Iturrigaray intenta apaciguar la situación, pero las tensiones persistieron. El 15 de septiembre de 1808, liderados por Gabriel de Yermo, enemigos de Iturrigaray se sublevan, deponen al virrey y toman medidas represivas contra líderes como Primo de Verdad y Talamantes.
Pedro de Garibay asume como virrey sustituto, siguiendo la línea de la Audiencia. La Real Audiencia informa a la Junta de Sevilla, justificando el golpe como resultado del «pueblo enardecido», impidiendo la formación de una junta local en Nueva España.
La Cuestión de la Soberanía en 1809 y las Cortes de Cádiz
En 1809, José Bonaparte es designado monarca de España y convoca a los virreinatos americanos a enviar representantes para trabajar en el Estatuto de Bayona. Los americanos rechazan la invitación. Tras la derrota francesa en Bailén, las juntas soberanas en la península forman la Junta Suprema Central en septiembre de 1808, trasladándose a Sevilla y Cádiz. Nueva España aporta económicamente para reorganizar el ejército español.
La Junta Suprema Central emite un decreto en enero de 1809 reconociendo a los dominios americanos como parte de la monarquía, pero la representación desigual genera protestas de los americanos. En Nueva España, surgen llamamientos a un gobierno autónomo.
En marzo de 1809, Carlota Joaquina propone a su hijo Pedro I de Brasil como regente para Nueva España, pero la propuesta es evitada por el virrey Garibay. Posteriormente, se intensifican las medidas contra sospechosos de sedición.
En julio de 1809, Francisco Javier de Lizana y Beaumont asume como virrey por nombramiento de la Junta de Sevilla, reemplazando a Pedro de Garibay. La decisión de reconocer a la Junta de Sevilla genera descontento en Valladolid, donde los criollos conspiran en septiembre de 1809.
En enero de 1810, la Junta Suprema Central se disuelve para formar el Consejo de Regencia de España e Indias con un representante americano, Miguel de Lardizábal y Uribe. Se convocan las Cortes de Cádiz. En América, se establecen nuevas juntas autónomas. Mientras se celebran elecciones para las Cortes, los criollos novohispanos están resentidos por el derrocamiento de Iturrigaray.
En mayo de 1810, surge una conspiración en Nueva España. La Audiencia asume el gobierno hasta la llegada de Francisco Xavier Venegas en 1810. Se intensifica el descontento criollo por el derrocamiento de Iturrigaray. Un diputado novohispano, José Eduardo de Cárdenas, presenta en julio de 1811 una memoria ante las Cortes de Cádiz, exponiendo las razones de la guerra de independencia y proponiendo soluciones revolucionarias.
Primera Parte (1810-1811) – El cura que encendió la chispa
La primera etapa de la Guerra de Independencia de México, que abarcó los años 1810 y 1811, estuvo marcada por el levantamiento encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla. Esta etapa se caracterizó por un inicio impulsado por la necesidad, en lugar de una planificación meticulosa, ya que los conspiradores de Querétaro, donde se originó la conspiración independentista, se vieron descubiertos por las autoridades españolas y se vieron obligados a tomar las armas antes de lo planeado.
En medio del caos inicial, Josefa Ortiz de Domínguez se destaca como un ejemplo de la participación de las mujeres en la independencia de México. Fue la enviada para avisar a los insurgentes que su movimiento había sido descubierto por las autoridades, factor que provocó que todos los hechos se adelantaran.
La madrugada del 16 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo convocó al pueblo de Dolores a levantarse en contra de las autoridades españolas en un evento conocido como el «Grito de Dolores«. Este llamado se considera el inicio oficial de la lucha por la independencia de México. Los insurgentes avanzaron rápidamente hacia las principales ciudades del Bajío y, posteriormente, hacia la capital de Nueva España (Ciudad de México).
Hoy, México celebra su independencia el 16 de septiembre, recordando el Grito de Dolores y honrando a aquellos que sacrificaron sus vidas por la libertad de su país.
Sin embargo, a medida que avanzaban, los insurgentes se enfrentaron a las fuerzas realistas, que eran leales a la corona española. En la mayoría de los enfrentamientos, los realistas lograron vencer a los insurgentes, lo que aumentó las tensiones y desencuentros entre los líderes de la insurgencia, especialmente entre Hidalgo y Ignacio Allende.
Debido a la presión de las fuerzas realistas, los insurgentes se vieron obligados a huir hacia el norte en busca de apoyo de las provincias que también se habían alzado en armas. Sin embargo, en Acatita de Baján, Coahuila, los líderes de la insurgencia, incluyendo a Hidalgo, Allende y Aldama, fueron capturados por Ignacio Elizondo.
Tras su captura, estos líderes insurgentes fueron enviados a Chihuahua y posteriormente fusilados. Sus cabezas fueron expuestas en Guanajuato como una advertencia a otros insurgentes.
A pesar de la captura de los líderes principales, la lucha por la independencia continuó en otras regiones de México. Varios líderes regionales se levantaron en armas y tomaron el control de ciudades importantes. Entre ellos se encontraban José Antonio Torres en Nueva Galicia, Rafael Iriarte en León y Luis de Herrera en San Luis Potosí, entre otros.
A pesar de estos desafíos, la lucha por la independencia de México continuaría en los años siguientes bajo el liderazgo de otros destacados insurgentes como José María Morelos.
Segunda Parte (1811-1815) – José María Morelos toma el liderazgo
Esta etapa, que abarcó desde 1811 hasta 1815, fue un período crucial en la historia de la lucha por la independencia de México. Después de la ejecución de líderes como Miguel Hidalgo y José María Morelos, el movimiento insurgente se enfrentó a la necesidad de organizarse y consolidar sus esfuerzos.
El movimiento insurgente recibió un importante respaldo de las clases más desfavorecidas, especialmente de los campesinos y esclavos negros. Estos grupos se unieron de manera espontánea a las filas insurgentes, a menudo con armamento rudimentario, como hondas, flechas y lanzas. Incluso hubo participación de comanches y lipanes en algunas batallas.
Uno de los líderes destacados de esta etapa fue Ignacio López Rayón, quien había sido secretario de Estado nombrado por Hidalgo. Bajo su liderazgo, unas tres mil quinientas personas marcharon hacia Michoacán, enfrentando a las fuerzas realistas en Puerto de Piñones y Zacatecas.
Rayón y otros líderes insurgentes buscaron establecer un Congreso o Junta de gobierno autónoma en nombre de Fernando VII, quien estaba prisionero en Francia. Sin embargo, las autoridades virreinales rechazaron la posibilidad de negociar y reconocer esta junta, lo que llevó a la continuación de la lucha insurgente.
Hubo numerosos levantamientos y enfrentamientos en diferentes regiones de México. Por ejemplo, José María Morelos lideró campañas en el sur, logrando victorias importantes como la toma de Cuautla y Oaxaca. Sin embargo, también hubo derrotas y desafíos constantes.
La lucha por la independencia se mantuvo viva a pesar de la adversidad. La Constitución de Apatzingán, promulgada en 1814, se convirtió en un símbolo importante de la lucha por la independencia, incluso cuando la situación parecía desfavorable.
La ejecución de José María Morelos en 1815 marcó un momento crítico, debilitando temporalmente al movimiento insurgente. Sin embargo, la lucha continuó en diferentes formas bajo diferentes líderes. En España, la restauración del absolutismo bajo Fernando VII complicó aún más la situación.
Tercera Etapa (1815 – 1820) – Los años de Resistencia
Después de la trágica ejecución de José María Morelos y Pavón, líder indiscutible de la lucha insurgente, parecía que las esperanzas de independencia se desvanecían. La desmoralización se apoderó de los insurgentes, quienes enfrentaron a las fuerzas realistas en una serie de focos de insurrección. Sin embargo, la esperanza no se extinguiría por completo.
Francisco Javier Mina, un español comprometido con la causa independentista, inyectó nuevo vigor a la revolución. Mina comandó exitosas batallas, como la Batalla del Fuerte del Sombrero, que revitalizaron el movimiento. Lamentablemente, su contribución fue efímera, ya que fue capturado y fusilado en noviembre de 1817.
Tras la muerte de Mina, muchos caudillos insurgentes aceptaron los indultos ofrecidos por las autoridades virreinales. Apenas quedaba un rayo de esperanza en el sur de México, encarnado en la figura de Vicente Guerrero. Este líder, junto a Agustín de Iturbide, jugaría un papel fundamental en la fase final de la revolución.
Cuarta Etapa (1821) – Alcanzando la Independencia
La cuarta y última etapa de la independencia mexicana, que se desarrolló en 1821, marcó el triunfo definitivo de la causa independentista. Los criollos y miembros del clero, preocupados por la aplicación de la Constitución de Cádiz por parte de Fernando VII, comenzaron a simpatizar con la idea de separarse de la corona española.
El plan conocido como «de la Profesa» buscaba la independencia de México (aunque no hay muchas pruebas sobre el tema), pero fue obstaculizado por el virrey Juan Ruiz de Apodaca, quien implementó la Constitución de Cádiz en el virreinato.
Agustín de Iturbide fue nombrado comandante general del sur y se enfrentó a Guerrero. Tras sufrir derrotas ante el insurgente, Iturbide decidió pactar con él. El 10 de febrero de 1821, en Acatempan, los dos ejércitos se unieron en un solo frente, y el 24 de febrero del mismo año, se dio a conocer el Plan de Iguala, declarando la independencia de México.
La firma de los Tratados de Córdoba el 24 de agosto de 1821 marcó el fin de la lucha armada. El 21 de septiembre del mismo año, el Ejército Trigarante ingresó a la capital del antiguo virreinato, y el 28 de septiembre se leyó el Acta de Independencia, poniendo fin a años de conflicto.