Las Abdicaciones de Bayona: Un Giro Decisivo en la Historia de España

El tumultuoso período que siguió al motín de Aranjuez en marzo de 1808 llevó a una serie de acontecimientos cruciales que marcarían un hito en la historia de España: las Abdicaciones de Bayona. Este episodio, que tuvo lugar entre el 1 y el 5 de mayo de 1808 en el castillo de Marracq, Bayona, y fue un punto de inflexión que cambió drásticamente el curso político y social del país.

abdicaciones de bayona
El juego de las cuatro esquinas o los cinco
hermanos (escuela francesa, Museo Municipal de
Madrid)

El Descontento y la Intervención Francesa

Después del motín de Aranjuez, Fernando VII ascendió al trono español, pero su legitimidad estaba en entredicho y su reinado necesitaba la aprobación de Napoleón I Bonaparte, el líder supremo de Europa en ese momento. Napoleón, decidido a deshacerse de los Borbones, convocó a Carlos IV y María Luisa de Parma, quienes aún planeaban recuperar el trono, a una reunión en Bayona.

Mientras tanto, en Madrid, Toledo y Burgos, el descontento contra los franceses crecía, alimentado por rumores de una restauración de Carlos IV, el rey que había promovido a Manuel de Godoy, una figura ampliamente odiada. La ocupación de Madrid por el general Murat y su demostración de fuerza provocaron la ira popular, desencadenando el inicio de la guerra.

El Acto Decisivo: Las Abdicaciones de Bayona

En Bayona, el 1 de mayo de 1808, Napoleón, tras una comida con los reyes padres y Godoy, presionó a Fernando VII para que abdicara en favor de Carlos IV, quien ya había abdicado previamente en Napoleón. Este acto marcó la sustitución de una monarquía por otra, más moderna y alineada con las ideas de la Revolución Francesa, acelerando así el declive del Antiguo Régimen, un proceso que culminaría en 1833.

Las abdicaciones se consumaron el 5 de mayo de 1808, cuando Fernando VII renunció a la corona en favor de su padre Carlos IV. El documento que refleja esta renuncia destaca el deseo de Fernando VII de demostrar su amor y sumisión a su padre, así como su deseo de que Carlos IV pueda disfrutar de la corona durante muchos años.

De Fernando VII en Carlos IV.
Mi venerado padre y señor: Para dar a Vuestra Majestad una prueba de mi amor, de mi
obediencia y de mi sumisión, y para acceder a los deseos que Vuestra Majestad me ha
manifestado reiteradas veces, renuncio mi corona en favor de Vuestra Majestad, deseando
que Vuestra Majestad puede gozarla por muchos años. Recomiendo a Vuestra Majestad
las personas que me han servido desde el 19 de marzo.

Bayona, 05 de mayo de 1808.

A su vez, Carlos IV abdicó en Napoleón Bonaparte, cediéndole todos sus derechos sobre España e Indias. En este contexto, Napoleón se erigió como el dueño de la corona de España, anunciando sus planes de reforma y modernización.

He tenido a bien dar a mis amados vasallos la última prueba de mi paternal amor. Su felicidad, la tranquilidad, prosperidad, conservación e integridad de los dominios que la divina providencia tenía puestos bajo mi Gobierno, han sido durante mi reinado los únicos objetos de mis constantes desvelos. Cuantas providencias y medidas se han tomado desde mi exaltación al trono de mis augustos mayores, todas se han dirigido a tan justo fin, y no han podido dirigirse a otro. Hoy, en las extraordinarias circunstancias en que se me ha puesto y me veo, mi conciencia, mi honor y el buen nombre que debo dejar a la posteridad, exigen imperiosamente de mí que el último acto de mi Soberanía únicamente se encamine al expresado fin, a saber, a la tranquilidad, prosperidad, seguridad e integridad de la monarquía de cuyo trono me separo, a la mayor felicidad de mis vasallos de ambos hemisferios.

Así pues, por un tratado firmado y ratificado, he cedido a mi aliado y caro amigo el Emperador de los franceses todos mis derechos sobre España e Indias; habiendo pactado que la corona de las Españas e Indias ha de ser siempre independiente e íntegra, cual ha sido y estado bajo mi soberanía, y también que nuestra sagrada religión ha de ser no solamente la dominante en España, sino también la única que ha de observarse en todos los dominios de esta monarquía. Tendréislo entendido y así lo comunicaréis a los demás consejos, a los tribunales del reino, jefes de las provincias tanto militares como civiles y eclesiásticas, y a todas las justicias de mis pueblos, a fin de que este último acto de mi soberanía sea notorio a todos en mis dominios de España e Indias, y de que conmováis y concurran a que se lleven a debido efecto las disposiciones de mi caro amigo el emperador Napoleón, dirigidas a conservar la paz, amistad y unión entre Francia y España, evitando desórdenes y movimientos populares, cuyos efectos son siempre el estrago, la desolación de las familias, y la ruina de todos.
Dado en Bayona en el palacio imperial llamado del Gobierno a 8 de mayo de 1808. Yo el Rey [Carlos IV]. Al Gobernador interino de mi consejo de Castilla.


Gazeta de Madrid, viernes 20 de mayo de 1808.

El Interregno en España tras las Abdicaciones de Bayona

Tras las sorprendentes Abdicaciones de Bayona, José Bonaparte, hermano de Napoleón, se erige como rey de España con el título de José Napoleón I. Este nombramiento, gestado por la cesión de derechos por parte de Carlos IV y Fernando VII, desencadenó un periodo tumultuoso conocido como el «interregno».

Napoleón, en una carta a su hermano José, revela la decisión de cederle los derechos de la Corona española, haciendo hincapié en la complejidad de gobernar un país con once millones de habitantes y vastos recursos.

La nación, por medio del Consejo de Castilla, me pide un rey. Es a vos a quien destino esta corona: España no es lo que el reino de Nápoles; se trata de once millones de habitantes, más de 150 millones de ingresos, sin contar con las inmensas rentas y las posesiones de todas las Américas. Es una corona que, por los demás, os establece en Madrid a tres días de Francia, que cubre totalmente una de sus fronteras. Estando en Madrid, estáis en Francia; Nápoles es fin del mundo. Deseo pues que inmediatamente después de haber recibido esta carta, dejéis la regencia a quien queráis, el mando al mariscal Jourdan, y que partáis para dirigiros a Bayona.

A mediados de mayo de 1808, la rebelión antifrancesa se extiende por toda España, mientras José I no llega a Madrid hasta finales de julio. Este periodo de «interregno» se caracteriza por la ausencia de un gobierno sólido y la autoridad delegada en el general francés Murat, quien, además, está enfermo y descuidado en sus deberes gubernamentales.

Las constantes súplicas del embajador francés en Madrid, conde de La Forest, instando a Napoleón a acelerar el proceso, no lograron su cometido. La proclama de Napoleón a los españoles, ofreciendo una asamblea de notables en Bayona, no evitó que la nación, abandonada por sus monarcas, tomara sus propias decisiones. La respuesta del pueblo español fue la guerra, iniciando así un conflicto que cambiaría el curso de la historia.

El 4 de junio, Napoleón emitió un decreto nombrando oficialmente a José como rey de España. La Asamblea de Bayona, convocada por Napoleón, aprobó la Constitución, conocida como el Estatuto de Bayona, el 30 de junio de 1808. A pesar de la juramentación de José el 7 de julio y su llegada a España el 9 de julio, su reinado fue efímero debido a la victoria de los «patriotas» en la batalla de Bailén. El 11 de agosto, el Consejo de Castilla invalidó las abdicaciones de Bayona, proclamando a Fernando VII como rey in absentia en Madrid el 24 de agosto.

Consecuencias

Las Abdicaciones de Bayona desencadenaron una serie de eventos en Europa y la América Hispana, marcando el camino hacia la independencia de México y los demás países que surgieron. En Nueva España, la creación de una Junta Gubernativa liderada por el virrey José de Iturrigaray generó tensiones entre absolutistas y criollos.

La noticia de las abdicaciones intensificó el conflicto, dividiendo a la sociedad entre los partidarios de mantener la situación existente y aquellos que abogaban por una Junta independiente. La detención de Iturrigaray en septiembre de 1808, seguida de la represión contra los criollos, consolidó la posición de la Audiencia y marcó la ruptura entre las autoridades coloniales y los sectores criollos.

Estos acontecimientos sentaron las bases para las campañas de la Guerra de Independencia en Hispanoamérica. Aunque Fernando VII fue restituido en el trono, las tensiones persistieron, contribuyendo finalmente a la desintegración del Imperio Español en América y el surgimiento de naciones independientes.

Bibliografía

  1. Luque Varela, Juan C. «Reales provisiones y decretos. 1807-1810.» Cronista oficial de la Villa.
  2. Documentos históricos de la Gazeta de Madrid, viernes 20 de mayo de 1808.
  3. «Las Abdicaciones de Bayona» por Marques de Astorga, Real Palacio del Alcázar de Sevilla, 18 de julio de 1809.
  4. Real Decreto fechado el 4 de mayo de 1808, Archivo Municipal.
  5. Real Provisión dada en Aranjuez el 16 de noviembre de 1808, Archivo Municipal.