La batalla de Tesino
La Batalla del Tesino, que tuvo lugar en noviembre del 218 a.C., fue el primer gran enfrentamiento de la Segunda Guerra Púnica entre las fuerzas cartaginesas de Aníbal Barca y el ejército romano dirigido por Publio Cornelio Escipión padre. Aunque la batalla es menos conocida que otras de la campaña de Aníbal en Italia, como la batalla de Trebia o la de batalla de Cannas, su importancia estratégica fue notable, ya que marcó el inicio de la invasión cartaginesa a la península italiana.
Contexto de la batalla de Tesino
La Segunda Guerra Púnica fue uno de los conflictos más importantes y prolongados del mundo antiguo, y enfrentó a las dos potencias más poderosas del Mediterráneo: Roma y Cartago. Después de la Primera Guerra Púnica, que terminó con la derrota de Cartago y la pérdida de Sicilia, el resentimiento y las tensiones entre ambos imperios seguían latentes. La figura de Aníbal, líder militar carismático y talentoso, se consolidó como el principal adversario de Roma.
Después de que los cartagineses se hicieran fuertes en España, en el 218 a.C., Aníbal atacó Sagunto, una ciudad aliada de Roma en la Península Ibérica. Muchos historiadores, como Fabio dan como motivo del inicio de la Segunda Guerra Púnica este ataque. Y aunque cierto es que Roma respondió declarando la guerra, este evento solo fue lo que dio inicio a la Segunda Guerra Púnica, no lo que la causó. Polibio es muy claro en este aspecto:
Algunos tratadistas de la historia de Aníbal, al querer señalarnos las causas de la guerra en cuestión entre romanos y cartagineses, aducen primero el asedio de Sagunto por parte de los cartagineses y, en segundo lugar, su paso, en contra de los tratados, del río que los naturales del país llaman Ebro. Yo podría afirmar que éstos fueron los comienzos de la guerra, pero negaría rotundamente que fueron sus causas —¡nada de esto!—, a no ser que alguien diga que el paso de Alejandro a Asia fue la causa de su guerra contra los persas y que el desembarco de Antíoco en Demetrias fue la causa de su guerra contra los romanos; ninguna de estas afirmaciones responde a la verdad y a la lógica.
Historias, Libro III, Polibio
Aníbal, conocido por su audacia y por la audaz marcha con sus tropas y elefantes a través de los Alpes, demostró ser un general innovador y audaz. Su capacidad para mover ejércitos rápidamente y mantener la moral en condiciones adversas lo convirtió en una amenaza formidable.
Preparativos para la batalla
Tras su cruce de los Alpes, Aníbal se encontró con una región hostil, pero también encontró un posible aliado en los galos cisalpinos, que estaban descontentos con la creciente dominación romana en el norte de Italia. Los galos, aunque inicialmente se mantenían neutrales, se unieron a Aníbal tras su éxito en el Tesino.
Por otro lado, Roma subestimó inicialmente el avance de Aníbal. Publio Cornelio Escipión, un cónsul experimentado, fue enviado a interceptar a Aníbal en el norte de Italia. Escipión confiaba en que las legiones romanas podrían derrotar a las fuerzas cartaginesas antes de que ganaran apoyo local. Sin embargo, no calculó completamente la capacidad estratégica y la fuerza del ejército cartaginés.
El curso de la batalla
La batalla se libró en las llanuras cerca del río Tesino, en la región del río Po. La zona abierta favoreció la maniobrabilidad de la caballería cartaginesa, que jugó un papel crucial en la victoria. Aníbal organizó su ejército con astucia, desplegando a su caballería en posiciones clave. Sabía que su caballería númida, rápida y ágil, superaría a la caballería romana, que era menos móvil y experimentada.
Escipión, por su parte, contaba con una fuerza compuesta por infantería y caballería, aunque en menor número y menos eficaz que la de su enemigo. A pesar de su experiencia como comandante, Escipión no supo contrarrestar la superioridad de la caballería de Aníbal.
La batalla comenzó con una serie de escaramuzas, pero rápidamente se intensificó cuando Aníbal lanzó a su caballería contra los romanos. La caballería númida rodeó a las fuerzas romanas, acorralando a los jinetes romanos y desorganizándolos. La infantería romana, aunque más numerosa, no pudo intervenir a tiempo para salvar a sus compañeros, lo que resultó en un colapso del ala izquierda romana.
Escipión fue gravemente herido durante la batalla y solo logró escapar gracias a la valentía de su hijo, el futuro Escipión el Africano, quien lideraría a Roma hacia la victoria final en la guerra años más tarde. Hay otras fuentes que aseguran que fue salvado por un esclavo. La retirada romana fue desordenada, y las fuerzas de Aníbal quedaron en control del campo de batalla.
Consecuencias inmediatas
Aunque la batalla del Tesino fue de menor escala en comparación con otras batallas que seguirían en la guerra, su impacto fue significativo. La victoria de Aníbal no solo confirmó su reputación como comandante militar formidable, sino que también alentó a las tribus galas a unirse a su causa. Este refuerzo proporcionó a Aníbal un aumento crucial en hombres y recursos que le permitieron continuar su campaña en Italia.
Tras la batalla, Escipión decidió retirarse hacia el río Trebia para reagrupar sus fuerzas y esperar la llegada de refuerzos dirigidos por el otro cónsul, Tiberio Sempronio Longo. Aníbal, por su parte, aprovechó el momento para consolidar sus alianzas con las tribus galas y preparar su ejército para la siguiente gran batalla.
Importancia estratégica
La batalla del Tesino, aunque pequeña en términos de número de tropas involucradas, fue fundamental en el contexto de la invasión cartaginesa de Italia. Aníbal demostró su capacidad para adaptarse a las circunstancias, explotando las debilidades romanas y utilizando la caballería de manera decisiva. Este patrón se repetiría en las batallas posteriores batallas de Trebia, Trasimeno y, de manera espectacular, en la batalla de Cannas, donde su genio táctico alcanzaría su apogeo.
Por su parte, Roma aprendió duras lecciones de este enfrentamiento. La derrota dejó claro que Aníbal no era un enemigo común y que subestimarlo podría ser catastrófico. Sin embargo, la ciudad-estado romana, con su capacidad de recuperación y sus vastos recursos, no se dejaría intimidar, reorganizándose para enfrentarse a Aníbal en campañas más prolongadas y con mejores estrategias.
La Batalla del Tesino marcó el comienzo de una de las campañas más impresionantes de la historia militar antigua. Aunque fue una victoria menor en términos numéricos, permitió a Aníbal consolidar su posición en Italia y sentó las bases para futuras victorias. A lo largo de los años, el conflicto entre Roma y Cartago se intensificaría, con ambos lados demostrando una determinación implacable. Para Aníbal, la batalla del Tesino fue solo el preludio de una larga y difícil guerra en territorio enemigo.
Bibliografía
- Salvador García Tomás. Aníbal, Genio de La Guerra. 2010.
- Mira, Miguel A. Cartago Contra Roma. 2000.
- Polibio. (2016). Historias. Libro III. RBA Libros.