santoral catolico 12 de septiembre

El 12 de septiembre, el santoral católico celebra la festividad del Dulce Nombre de María, una conmemoración que resalta la grandeza espiritual de la Madre de Dios y la devoción confiada que los cristianos depositan en ella a lo largo de los siglos. En esta jornada también se recuerdan otros santos y beatos que, con su vida, han dejado huella en la historia de la fe.

El Dulce Nombre de María: significado y devoción

La festividad del Dulce Nombre de María tiene sus orígenes en la tradición medieval y fue extendida a toda la Iglesia en el siglo XVII por el papa Inocencio XI, tras la victoria cristiana en la batalla de Viena en 1683, que se atribuyó a la intercesión de la Virgen.

El nombre de María, tan venerado por los fieles, simboliza ternura, auxilio y esperanza. Invocar su nombre es, para los cristianos, un recordatorio de su cercanía maternal y de su papel como protectora en las dificultades. San Bernardino de Siena llegó a decir que el nombre de María es “lleno de divina dulzura” y que, al pronunciarlo con fe, ahuyenta las tentaciones y fortalece el espíritu.

Más que un simple recuerdo litúrgico, esta conmemoración invita a los creyentes a redescubrir la profundidad de la devoción mariana, a refugiarse en la intercesión de la Madre de Cristo y a reconocer en ella un modelo de fe humilde y confiada.

Otros santos y beatos del 12 de septiembre

  • San Curonato – Obispo cuya memoria se conserva por su servicio pastoral y entrega a la Iglesia.
  • Nuestra Señora de Estíbaliz – Patrona de Álava, venerada en su santuario románico del siglo XII, en Argandoña, a 9 km de Vitoria. La talla de la Virgen, también del siglo XII, es una joya del arte románico vasco.
  • San Autónomo de Bitinia (s. III) – Obispo y mártir en Bitinia (actual Turquía), que entregó su vida por Cristo durante las primeras persecuciones.
  • Beato Pedro Sulpicio Cristóbal Faverge (s. XVIII) – Hermano de las Escuelas Cristianas, encarcelado durante la Revolución Francesa por su fe. Atendió con caridad a los cautivos hasta morir contagiado en su servicio.
  • San Guido de Anderlecht (s. XI) – Conocido como el santo viajero pobre, fue sacristán en Bruselas, generoso con los pobres y peregrino durante siete años a Tierra Santa.
  • San Francisco Ch’oe Kyong-hwam (s. XIX) – Catequista coreano que, encarcelado por su fe en Seúl, perseveró en la oración y la enseñanza hasta morir mártir.
  • San Poncio de Serrancolin (s. XII) – Monje benedictino y luego obispo de Roda de Isábena, trasladó la sede a Barbastro. Se distinguió por su celo pastoral en tierras aragonesas y pirenaicas.
  • San Albeo de Emly (s. VI) – Obispo irlandés, misionero y predicador incansable, que llevó el Evangelio a distintos pueblos de Irlanda.

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