
El 27 de abril, el santoral católico celebra a varios santos y beatos cuya vida dejó una huella profunda, marcada por la conversión radical, la entrega silenciosa en lo cotidiano y la devoción a la Virgen María. Entre ellos, destacan especialmente San Pedro Armengol, Santa Zita y la Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña.
San Pedro Armengol: de bandolero a rescatador de cautivos
Nacido en el siglo XIV en Tarragona, San Pedro Armengol vivió una juventud turbulenta como jefe de bandoleros. Sin embargo, un encuentro providencial cambió su vida: tras ser capturado y perdonado por un antiguo compañero de infancia que ahora era juez, se sintió tocado por la gracia. Ingresó en la Orden de la Merced, dedicada a la redención de cautivos cristianos en tierras musulmanas. Fue enviado en varias misiones a África, incluso entregándose como rehén para liberar a otros. Su vida es ejemplo de redención total, entrega heroica y caridad activa.
Santa Zita: la santidad en lo cotidiano
Santa Zita nació en el siglo XIII en la ciudad italiana de Lucca, en una familia humilde. A los doce años entró al servicio doméstico de los Fatinelli, familia en la que trabajó toda su vida. Destacó por su humildad, paciencia y generosidad con los pobres, a quienes ofrecía alimentos y consuelo. Se convirtió en símbolo de la santidad vivida en lo pequeño y cotidiano, y es hoy patrona de las trabajadoras del hogar.
Nuestra Señora de Montserrat: la “Moreneta”, símbolo de fe catalana
La Virgen de Montserrat, también llamada cariñosamente la Moreneta por el color oscuro de su talla, es una de las advocaciones marianas más veneradas de España y la patrona de Cataluña. Su santuario, situado en la montaña de Montserrat, ha sido lugar de peregrinación durante siglos. Santos como Ignacio de Loyola, Pedro Nolasco o Antonio María Claret encontraron allí inspiración espiritual. La imagen, envuelta en tradición y misterio, sigue siendo hoy un símbolo de identidad, fe y devoción para millones de personas.
Otros santos y beatos del 27 de abril
- San Simeón (s. II): Obispo de Jerusalén y mártir. Según la tradición, fue pariente de Jesús. Murió crucificado bajo el emperador Trajano.
- San Teodoro de Tabennesi (s. IV): Abad egipcio, discípulo de san Pacomio y uno de los padres del monacato cristiano.
- San Polión (s. IV): Lector y mártir, quemado vivo por negarse a sacrificar a los dioses durante la persecución de Diocleciano.
- Beato Jacobo de Iádere Varinguer (s. XV): Religioso franciscano de vida austera y piadosa en la región de Apulia, Italia.
- Beato Nicolás Roland (s. XVII): Presbítero y fundador de escuelas para niñas pobres en Reims, Francia.
- San Macaldo (o Maughold) (s. VII): Obispo en la isla de Man, venerado por su vida santa.
- San Liberal de Altino (s. IV): Eremita de la región de Venecia.
- San Juan de Afusia (s. IX): Hegúmeno defensor del culto a las imágenes durante la crisis iconoclasta bizantina.
- San Acardo, obispo.
- Beata María Antonia Bandrés y Elósegui (s. XX): Religiosa española de las Hijas de Jesús, entregada al sufrimiento con fe.
- Beata Catalina de Kotor (s. XVI): Reclusa dominica, bautizada ortodoxa y gran intercesora durante el asedio turco.
- San Rafael Arnáiz Barón (s. XX): Joven trapense español, conocido por sus escritos místicos y su profunda espiritualidad.
- Santa Meruvina, abadesa.
- Santa Franca, virgen.
- San Antimo, obispo y mártir.