
El 10 de septiembre la Iglesia Católica celebra la memoria de San Nicolás de Tolentino, un religioso agustino recordado por su austeridad, su intensa vida de oración y su profunda caridad con los necesitados. Este día también se conmemoran otros santos y beatos que, con su ejemplo, iluminan la historia de la fe cristiana.
San Nicolás de Tolentino: el santo del pan y la esperanza
San Nicolás nació en 1245 en Sant’Angelo in Pontano, Italia. Desde joven se sintió llamado a la vida religiosa y, con apenas 18 años, ingresó en la Orden de San Agustín. Fue ordenado sacerdote y destinado a varios conventos, hasta establecerse finalmente en Tolentino, ciudad que marcaría su nombre y su memoria.
Conocido por su austeridad, practicaba ayunos rigurosos y largas jornadas de oración, intercaladas con un inagotable espíritu de servicio a los pobres. Una de las tradiciones más populares vinculadas a él es la del “pan de San Nicolás”: pequeños trozos de pan bendecido que repartía entre los enfermos y necesitados, con fama de otorgar consuelo y salud espiritual.
San Nicolás de Tolentino también destacó por su cercanía al pueblo. Confesaba y acompañaba a los fieles con paciencia y ternura, siendo un verdadero pastor de almas. Tras su muerte en 1305, la devoción se extendió rápidamente y fue canonizado en 1446 por el papa Eugenio IV. Hoy es venerado como intercesor en tiempos de dificultad y como protector de las almas del purgatorio.
Otros santos y beatos del 10 de septiembre
- San Agabio de Novara (s. V): obispo italiano que ejerció su ministerio en tiempos de dificultad, siendo guía espiritual y pastor fiel.
- San Autberto de Avranches (s. VIII): obispo de Avranches, recordado por promover la devoción a San Miguel Arcángel en el monte Tumba, actual Mont-Saint-Michel.
- San Ambrosio Eduardo Barlow (s. XVII): presbítero benedictino inglés, martirizado en Tyburn bajo el reinado de Carlos I por sostener la fe católica en tiempos de persecución.
- Beato Jacobo Gagnot (s. XVIII): sacerdote carmelita, mártir durante la Revolución Francesa, fallecido en los barcos-prisión de Rochefort, donde cuidaba a los enfermos hasta el final.
- San Nemesio de Alejandría (s. III): mártir que, acusado falsamente de ladrón, finalmente entregó su vida en el fuego por confesar su fe en Cristo.
- Beato Oglerio de Locedio (s. XIII): abad cisterciense, reconocido por su vida de austeridad y fervor espiritual en el monasterio de Locedio.
- Santa Pulqueria de Constantinopla (s. V): emperatriz y defensora de la ortodoxia cristiana, promotora del Concilio de Éfeso y de la devoción mariana en el Imperio bizantino.
- San Salvio de Albi (s. VI): obispo francés que, en tiempos de peste, se mantuvo junto a su pueblo, entregando su vida como pastor valiente.
- San Teodardo de Spira (s. VII): obispo de Tongres, asesinado mientras se dirigía a visitar al rey Childerico, venerado como mártir.
- Beatos Sebastián Kimura y compañeros (s. XVII): grupo de 52 mártires en Nagasaki (Japón), entre sacerdotes jesuitas, dominicos, franciscanos, laicos, catequistas, matrimonios, viudas y niños, que entregaron su vida en testimonio de fe.